Ariana Solorzano
En el proceso para la elaboración de
un escrito, bien sea un artículo o noticia en el campo de la comunicación
social debemos manejar ciertos códigos éticos como la veracidad al exponer
algún hecho, el equilibrio e imparcialidad.
Siendo
como principios generales de la profesión el compromiso u obligación que tiene
este para el desarrollo de la sociedad, pero no tan solo como una gran masa
sino también del individuo como parte fundamental de la sociedad, tambien es
cierto que el periodista tiene derechos como cualquier otro ciudadano y que
este en su campo hará respetar la libertad de expresión y el derecho a la
información, estas normas afortunadamente se encuentran consagradas en la
Constitución.
Sin
embargo muchas veces vemos como se maneja de forma tergiversada dichos
conceptos para justificar agresiones u omisiones. Es por esta razón que el
comunicador social va mas allá de lo que es un periodista, tiene conciencia de
que se debe al pueblo e interactúa con este como sujeto activo que es.
Es
así, como vemos en la titulación, desde el primer momento con el escrito, si
este es irónico o no, informativo, entre otros y también, si hacemos buen uso
de la crítica nos daremos cuenta que muchas veces una información puede ser
manipulada por simples pero a la vez complejos cambios de palabras, es decir,
no es lo mismo escribir: “se rompió la cabeza” a “le rompió la cabeza”, lo primero evoca a un accidente o quizá una
imprudencia pero lo segundo nos hace pensar en algún culpable.
Es
también de mucha importancia el buen uso del lenguaje para los diferentes
escenarios y/o usuarios, por ejemplo, un mensaje dado en un lenguaje técnico
para un periódico comunitario puede que no sea interpretado con exactitud y
hasta pueda producir rechazo o aversión por no comprender lo que se dice, otro
ejemplo es el mal uso del lenguaje rallando en lo vulgar, grosero y poco
profesional, dado a que el comunicador debe contribuir al desarrollo de la
sociedad y no al atraso.
No
debemos pasar por alto estos detalles en el momento de la escritura pero
tampoco en el de la lectura, seamos analistas de la información que percibimos,
decodifiquemos las matrices de opinión, motivémonos a escribir, dialogar y
opinar. Sigamos en la construcción de una comunicación participativa y protagónica
verdaderamente democrática.

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